viernes, 27 de agosto de 2010

El sonido de la locura

-¿Como? ¿Cual?
-¿Viste mi corazón? ¡Fue robado!
-¿Como robado? Si estaba bien escondido, ¡yo mismo mandé construir el palacio de cristal!
-Pues fue robado, alguien consiguió colarse, alguien consiguió colarse.
-¿Por que repites lo mismo dos veces?
-Porque es doblemente importante.
-Ah, entiendo... y bueno ¿tienes idea de quien pudo ser?
-Tenía el pelo rizado, hasta ahí llego.
-Amm... de acuerdo

-Pablo, ¡¿con quien estás hablando?!
-Con mi ego, ¡no se puede creer que me robaran el corazón! Es tan egocéntrico

miércoles, 11 de agosto de 2010

Mi amor inmortal


Rompiste todas las cadenas que nos ataban,
¿eran de hierro?
Ya ni recuerdo
Se que eran fuertes…

Si, rotas, desmembradas,
No quedó ni rastro de su forma
De su color, de su aroma
Recuerdo que era óxido, de las lágrimas derramadas

¡Como pudiste! Traicionar esa unión
Estábamos unidos, como barco y tifón
Y ahora, se fue
Esos momentos, esos recuerdos

Fuiste mi amor inmortal perecedero
No comprendo tu decisión
¿Quizás hice mal, al mostrar mi corazón?
Sigo sin creer que fuera lo incorrecto

Ya está, no existe el perdón
Destrozaste mi  vida sin compasión
Ahora lárgate, vuelve al infierno
¡oh Lucifer, vuelve a tu seno!


Pablo Martínez Costa

martes, 10 de agosto de 2010

He vuelto a recaer

Y como pájaro en vuelo echó a volar, bom bom, bom bom, contando sus pulsaciones dolor de cabeza me entró, sintiendo esas vibraciones que por un segundo, pensé que se acabó
¿Por qué vuelve a ocurrir? ¿Por qué tengo que volver a sufrir?
Tardé demasiado tiempo en cicatrizar lo anterior, tardé toda una vida en creer que ya pasó, que por fin tenía un respiro, un pequeño aunque insignificante hálito de energía, que me diera calidez y me mostrara que vale la pena luchar por la vida… pero no
Volví a ser engañado, volví a ser mentido, volví a ver el lado negro de todo, volví a buscar fuente de cobijo
Y como pájaro en vuelo echó a volar, bom bom, bom bom
Mi corazón de nuevo responde a una mirada, vive por una presencia, late por una caricia, mata por una ensencia

Maldita sea, he vuelto a recaer.


Pablo Martínez Costa

domingo, 8 de agosto de 2010

Raa

Y con los ojos cálidos me miraste, una de tus comisuras se levantó en el acto de una sonrisa, mi talismán, mi sueño... y como algo cotidiano susurraste "Te quiero". Me mostré sorprendido "¿Ahora lo admites?" "Si" Le sonreí cual lobo a la oveja
Me acerqué y le susurré en el oído "Lo malo es que ya me hiciste demasiado daño" y sin remordimientos le acuchillé varias veces el corazón ¿Y que mas daba su sorpresa, su dolor, su incredulidad? Él me lo había hecho tantas veces que se las debía, ¿no?
Y cuando la conciencia me preguntó "¿Por qué lo hiciste? Tu corazón decía que le amabas" Yo la miré, alma en ojos, sangre en rostro... y contesté "Esa es la cuestión, no debo amar, no debo sentir" Y con una sonrisa, de cuerdo me volví loco.
Y tantos sueños rotos, y tantas lágrimas derramadas, cuerpo deshidratado de noches perdidas, llorando por tu presencia no constante y cuando llega el momento, cuando todo es perfecto, ocurre lo desastroso de todo ¿el que? la obsesión mas prohibida de todas, la locura del amor perdido en el paso de las décadas ardientes, luchando durante los cuatro segundos que dura una respiración helada.

Cállate, has muerto.


Pablo Martínez Costa

sábado, 7 de agosto de 2010

Novela - Adolescencia. Capítulo 1

Como si de una excavadora se tratase, conseguí escuchar, a través de la bruma espesa entre el sueño y la realidad, el estridente sonido del despertador que anunciaba con su alegre chirrido el comienzo del peor día de los últimos 3 meses.
¡ZAS!
Vaya… estaba claro que yo no era la única que odiaba el despertador y se levantaba con una mala leche increíble por su culpa.
Claro… pero yo no me cargaba el despertador, básicamente porque era mío y costaba su dinero.
Pero al tío que tenía al lado de mi parecía no importarle en absoluto, es más, en apenas cinco segundos desde que le había pegado el manotazo parecía haber vuelto a dormirse, a juzgar por los suaves ronquidos que despedía.
¿Hola? ¿Roncaba?
¿Cómo podía haberme liado con alguien que roncase? Eso era una de las primeras cosas que preguntaba. Me había llevado demasiadas noches en vela por culpa de no hacerlo, había aprendido la lección.
Con ojo crítico eché un vistazo a mi última… ¿víctima? ¿error? No me consideraba especialmente guapa, tenía el pelo de color rubio tirando a pajizo y mis ojos eran de un color marrón tostado, pero tenía buen cuerpo eso sí y además tampoco quería pensar que estaba desesperada y que me había tirado al primero que pasaba. Cosa que no era, en lo que a desesperación me refiero, claro.
Umm, pelo castaño largo, muy largo en realidad… oh si, ahora lo recuerdo, anoche lo llevaba recogido en una coleta, eso fue una de las cosas que me llevó a fijarme en él. ¿Qué más, que más? Buena espalda, brazos enclenques pero que podían ser increíbles en la cama y OH, vale…
Ya sabía porque me lo había llevado a casa. Era uno de esos chicos de Culo Notable. Le pondría un 8 la verdad, lo que le convertía en la marca mas alta de todo el verano.
Con una sonrisa en la cara me levanté y miré la hora. Las 7:30 AM. Gemí. Hoy empezaba el último curso de instituto. Bueno en realidad debería haberlo acabado hacía dos años pero que se le va a hacer, soy vaga por naturaleza.
Así con 19 años me encontraba a punto de empezar 2º de Bachiller. Que patético sonaba, y la verdad es que lo era.
Con determinación de plomo me dirgí al baño, llené un cubo de agua helada y regresé a mi cuarto con una mirada peligrosa.
Se la eché encima a… ¡vaya! No recordaba su nombre.
Chico misterioso se levantó de un brinco y los ojos dilatados al contacto con el agua fría. Comenzó enseguida a tiritar y a mirar a todos lados.
-Pe-pero ¿qu-qu-que pas-sa?
Sin siquiera mirarle cogí todas sus cosas y se las lancé a la cara, lo agarré del brazo (soy mas fuerte de lo que puedan pensar los demás) y con paso firme lo saqué de mi casa, por la puerta grande.
-¡Pero que haces, zorra!-vaya, ahora si que estaba despejado el nene y me estaba mirando con ojos cabreados.
Le dediqué un mohín y me crucé de brazos.
-Mira chavalín, la verdad es que no suelo ser así de brusca, pero hay motivos- levanté una mano y fui enumerando.- Primero: Me has roto el despertador, así que te jodes y no hay un “buenos días” cariñoso , Segundo: Mis padres vienen dentro de 2 horas, así que te jodes y no hay ni ducha ni desayuno, y Tercero: Hoy empiezo algo que me da muchísimo asco, con lo cual estoy de mal humor, así que te jodes… y uhm, espera, ¡no hay mas! Pues mira te jodes y punto. Ale, ¡hasta luego guapete!
Le cerré la puerta en las narices dejándole flipado, y con los andares propios de los ciervos me di una ducha rápida, cogí una manzana del frutero, y después de haberme secado el pelo y haberme vestido salí disparada hacia la boca de metro mas cercana.
Eran las 8:05. Genial, el primer día y ya llegaba tarde.

jueves, 5 de agosto de 2010

Novela - Adolescencia. Prefacio

Y como el sonido de una pistola al ser apretado el gatillo… ¡pam! Saltó la chispa entre nosotros. La chispa de la vida, de la pasión del amor… si, todas esas cursiladas que piensan las demás chicas estúpidas y volubles… “ooh mi verdadero amor, llévame contigo y casémonos” ¡JA! Renuncias a tu libertad pagando un precio demasiado alto, es como el fumar digamos.
Yo en ese momento solo podía pensar en lo bueno que estaba el tío que tenía delante, pecho firme, brazos fuertes y manos nudosas que acariciaban lentamente el nacimiento de mis senos. Lo mas romántico en el eran unos ojos de un azul tan intenso que se veía a través de los sudorosos rizos negros que le caían sobre la cara debido a las intensas horas que llevábamos… esto, ¿Cómo decirlo? ¡Ah si!, practicando sexo.
Ah… y no me olvidaba de ese culo diez, que era lo que en un principio me había llamado la atención.
Siguió besando mi cuello, de una manera tan suave y tan delicada que contrastaba vivamente con lo encendida que yo estaba. Me volvía loca, completamente.
Y en esta edad… ¿Qué importaba que fuera tu profesor de Historia?
Seguro que conseguía un sobresaliente.

martes, 3 de agosto de 2010

¿Moraleja?


Comisaría de Dallas.
Sala de interrogatorios, 3:09 AM, Miércoles.

-No iba drogada, ni bebida si eso es lo que piensas- escupió la chica, demasiado maleducada en mi opinión.
Estaba afectada, era lógico según las circunstancias. Intentaba crear una barrear entre sus sentimientos y yo, sin embargo apenas era factible ese pensamiento. Sus sensaciones me las mostraba como en un libro abierto: el constante ir y venir de sus ojos, la odiosa tendencia de morderse las uñas (lo que mostraba inseguridad) y los ojos rojos y llorosos debido a la ingestión elevada de grandes cantidades de alcohol, tabaco y posiblemente drogas.
Sin embargo no estaba allí para hacer de juez de una adolescente de apenas dieciocho años, sino para aclarar los sucesos acaecidos horas atrás. Concretamente a la 1:45 de esa noche.
La chica en cuestión iba ataviada según los distintivos de su estilo gótico, así como los jóvenes decían. Un conjunto negro le recorría el busto. Tenía el pecho escondido por un escote cerrado que le llegaba hasta la base del cuello. Una camiseta de tirantes con volantes que caían hasta la mitad de los brazos, unas medias rotas y desgastadas combinadas con un tutú de bailarina, cortado con maestría de un antiguo vestido, probablemente.. Unos guantes con hierro en los nudillos abarcaban la totalidad de sus manos, sin olvidar el corte especial que contaban para dejar los dedos libres.
El maquillaje era excepcional, aunque claro, de eso vivía la moda.
La joven parecía muerta en condición. Su semblante era pálido como el marfil recién esculpido de una diosa de la Grecia Clásica, sus cejas depiladas mostraban tan solo dos finas líneas oscuras que contrastaban vivamente con el color de su cara. Sus pestañas eran oscuras como boca de lobo. Los labios se vestían de un profundo color violeta, al igual que los párpados que escondía cuando mantenía los ojos abiertos.
Como queriendo mostrar todos sus encantos, la joven los cerró un segundo y se masajeó las sienes en un intento de desterrar las aterradoras imágenes de esa noche, supuse.
La juventud de hoy va loca. Parece que se haya escapado de una película de Tim Burton, pensé. Sin embargo me obligué a mi mismo a repetirme que no había ido allí a emitir un veredicto de sus formas de vestir.
-Jovencita, sabemos que tienes sueño. Todos lo tenemos y al igual que tú estamos deseando acabar con todo esto para llegar a casa e intentar dormir- utilicé ese verbo en un intento de acercarme a ella. No porque no fuese humano y no sintiese compasión por lo que había ocurrido, pero después de treinta años de trabajo había visto demasiadas cosas como para que lo ocurrido aquella noche tuviese alguna clase de trastorno sobre mí.
Emily, así se llamaba la chica según la ficha que tenía delante, me miró con sus ojos de besugo muerto. Tan variopinta variedad de colores oscuros en una cara me ponían la piel de gallina pero me mantuve derecho en el asiento.
-Tan solo queremos saber que ocurrió para poder irnos a casa, ¿entiendes?- siguió mirándome fijamente sin apenas mover un músculo. Tragué saliva.- Tenemos al que conducía el coche, y sabemos mas o menos lo que podría haber pasado pero queremos estar seguros, para no cometer ningún error.
Tuve que admitir que me había quedado bastante bien el discurso. No habría que añadir que fui un galáctico de las palabras en mi colegio. El hecho de describir a una persona me apasionaba y expresarme siempre había sido lo mío.
Mis palabras dieron su fruto cuando, sin previo aviso, Emily cerró los ojos y empezó a hablar con voz rota.
La grabadora seguía en estado de alerta, esperando su declaración.
-Como ya te he dicho Alex no iba ni drogada ni bebida- me di cuenta de que le costaba pronunciar el nombre de su amiga fallecida. A punto estuve de entregarle un pañuelo al ver que las lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas, dibujando senderos negros y púrpuras conforme se corría su maquillaje. Pero me contuve en el último momento a fin de mantener mi fachada de hombre duro ante mis superiores que me observaban desde el falso espejo del fondo- Y justamente eso es lo que mas me molesta de esa noche.
>>Esta noche había botellón en el parque que hay al lado del viejo asilo de ancianos abandonado. Creímos que sería divertido porque cuando estuviésemos un poco bebidos entraríamos y nos gastaríamos bromas unos a otros. Todas las preparaciones fueron bien, compramos la bebida donde siempre y llamamos a la gente. Algunos no podían venir pero la mayoría dijo que vendría, hacía bastante tiempo que no nos veíamos.<<
>>Alex era una de las personas que mas ganas tenía de ver. Habíamos crecido juntas, pero por causas del instituto y problemas no nos veíamos desde hacía por lo menos dos meses. Cuando llegó no podía creérmelo, la abracé con todas mis ganas y casi le estampo un morreo en toda la boca si no llega a ser porque enseguida nos rodearon todos para saludarla. Era muy popular.<<
>>A las doce menos veinte empezamos a sacar las botellas de Ginebra, Vodka, Martini y a pedir a la gente que nos pagaran lo pedido. A en punto ya estaba cada uno con su botella o con su vaso y la mayoría ya estaba medio pedo. Sin embargo Alex esa noche no bebió nada<<
>>Le pregunté que le pasaba y me dijo que se lo había prometido a su madre… Verás… Alex es una persona que suele aparecer… Umm… digamos que borracha en su casa. Pero tiene diecinueve años y puede hacer lo que quiera, ya es mayor de edad. Pero hacía apenas unos días una amiga de su madre había muerto en un accidente de coche por ir ebria, y esa noche no podía ir a recogerla al botellón como hacía normalmente para que no tuviese ninguna clase de problema, así que le rogó que se abstuviese de beber. Y así lo hizo…<<
Noté que Emily estaba llorando de verdad al ver los aspavientos que hacía su cuerpo al hablar.
A la mierda la imagen. Con rapidez saqué un pañuelo limpio de mi bolsillo trasero de los pantalones y se lo entregué. Murmurando un agradecimiento, se limpió la cara (dejando leves manchurrones de maquillaje) y se sonó repetidas veces. Resolví regalarle el pañuelo cuando acabase la sesión, lo necesitaba más que yo y no me apetecía lavarlo después.
-Continúa, por favor- la induje.
Respiró hondo y continuó hablando.
>>Sobre la una de la noche, mas o menos, unos cuantos decidimos entrar en la vieja residencia por el gusto de hacernos unas cuantas fotos y luego alardear de haberlas hecho dentro de la casa del terror de la ciudad. Alex decidió quedarse, ella solo llevaba en el cuerpo una botella de coca-cola, había acatado la promesa que le había hecho a su madre de no beber. Pero se lo estaba pasando tan bien como los demás, y sin la estimulación del alcohol. <<
>>Entró Alice, una amiga de Andy, mi novio, y me dijo que Alex se tenía que marchar. No sabía porque pero decidí salir para despedirme de ella, y avisarle que quería quedar antes de que pasaran otros dos meses<<
Se quedó callada mirando las líneas de la mesa de madera. Su rostro era un popurrí de mezcla de violeta y negro, ya ni siquiera se distinguía donde había estado cada color. Así eran las lágrimas, fuertes desmaquilladoras.
Estuve a punto de pedirle que continuara pero ella lo hizo sin ayuda de mi parte.
>>No pude hablar con ella… En cuanto la localicé ya había cruzado la calle, la llamé y se giro para volver a venir y despedirse de mí. Recuerdo que le chillé algo como “menuda amiga estás hecha que te vas sin despedirte de mí”- se cubrió la cara con las manos.- Espero que entienda que lo dije de broma...<<
>>Miró a ambos lados de la ancha calle y vino medio corriendo para darme un abrazo… y entonces apareció el descerebrado de Paul, borracho perdido, haciendo el tonto con su coche nuevo. Ni siquiera la vio, estaba muy ocupado poniendo la música a tope y saludando a todo el mundo por la ventanilla.<<
Se quedó callada. Por primera vez me entraron dos sensaciones que no tenía desde hacía mucho en este trabajo. La primera: me entraron unas terribles ganas de llorar, por la pobre Alex, que apenas había tenido diecinueve primaveras en este mundo antes de que la muerte se la llevase con tanta ilusión. La segunda: una furia increíble me invadió, y las ganas de ir a por Paul, el joven que estaba encarcelado dos habitaciones a mi derecha, y partirle la cara por hacer una cosa tan horrible.
Sin embargo no podía moverme, estaba helado en el asiento observando a Emily. Ella se repuso y me miró con la cara surcada de lágrimas, tenía la voz cascada y algunas mucosidades se escapaban de su nariz.
-Entenderá porque odio lo que pasó… Si hubiese estado ella borracha, si ella hubiese conducido el coche y se hubiese estrellado si…- tosió un poco y se sorbió los mocos de la nariz. Volvió a levantar la mirada, esta vez con los ojos llameantes y reclamando venganza.- Pero no. Ella no quiso beber, quiso estar sobria. Fue otro el que tuvo que arrebatarle la vida ¿Por qué? ¿Por qué si ese impresentable cometió un error tuvo que pagarlo mi amiga? ¿Por qué si Paul se pasó con la bebida tuvo que sufrirlo Alex? No me parece justo…
Todo su arrebato desapareció tan rápido como había llegado. Se hundió en la silla, y se puso a sollozar como una niña pequeña. Me quedé observándola un par de minutos, hasta que finalmente apagué la grabadora y me levanté de la silla.
Cuando salí de la sala de interrogatorios, mis superiores me miraron con la pena grabada en sus facciones. Annika, mi secretaria, se estaba enjugando las lágrimas e intentando escribir en su ordenador el informe que deberíamos presentar. Despaché con la mano a los ávidos y carroñeros periodistas que me esperaban a la salida y me acerqué a los padres de Emily.
Ellos se levantaron en cuanto me vieron llegar.
-¿Inspector Stanley?- me dijo el padre dubitativo.
Les miré con detenimiento. Ambos eran normales. Padres sencillos y trabajadores que querían ver crecer a sus hijos y poder acompañarles el día de su boda.
-Déjenla dormir. Y si es necesario que se tome el resto de la semana libre, sin ir al instituto. Lo necesita.
Pareció que la madre encontraba impertinente el hecho de que les dijese como tratar a su hija pero él parecía más aplacado. Colocó una mano sobre el hombro de su esposa y fueron a buscar a su hija.
Les vi marchar, y entrar en la sala que había ocupado minutos antes. Sin poder evitarlo me senté en el lugar que habían dejado libre y me cubrí la prominente cabeza con las manos. Invariablemente ahora pensaba en mi hija, que estaba estudiando tercero de Medicina en Oxford. Era una de las jóvenes mas brillantes que había conocido en mi vida, y no porque fuera su padre, que va. Es que era tan segura en si misma, tan inteligente, tan valiente y enérgica que podía sacar cualquier situación adelante.
Y sin embargo… en cualquier momento una persona cualquiera podría conducir mas tomada de lo normal y privar al mundo de esa brillantez que constituía mi preciosa niña.
Una vez más sentí el deseo incontrolable de liarme a puñetazos con el joven Paul, pero aguanté. Era un hombre adulto y no podía hacer eso.
Escuché pasos y levanté la cabeza. De la planta baja, donde estaba situada la morgue de la comisaría, subía una pareja de mediana edad, en un estado tan lamentable que pensé que serían dos cadáveres que se habían escapado.
La mujer tenía el pelo dorado, aún era joven si considerábamos que parecía que hubiese envejecido veinte años de golpe. Su cara mostraba tanto dolor y pena que se me contrajo el corazón sin poder evitarlo.
Se apoyaba en su marido. Un hombre de pelo cano, alto y fornido, con pinta de inteligente y pragmático. Tenía mejor aspecto que su esposa, que parecía haber perdido la razón, pero tampoco estaba para echar cohetes al aire.
Los padres de Alex habían ido a reconocer el cadáver de su hija que pronto pasaría a la morgue del hospital y finalmente a ser enterrada. Tan solo faltarían esos molestos asuntos burocráticos de la autopsia para comprobar si la chica iba drogada o bebida. Bien, estaba claro que eran necesarios ya que Emily podía haberme mentido.
Pero yo sabía que no. Era algo que sentía en el fondo de mi alma.
La pareja pasó delante de mí sin dirigirme ni una mirada. Ambos se apoyaban moralmente en el otro, cosa que debían empezar a hacer, ya que ahora solo se tenían el uno al otro.
Un padre jamás debería enterrar a sus hijos.
Esa célebre y triste frase, tan dicha en las películas ahora cobraba sentido ante mis ojos al ver tanta desolación en un ser humano. Como había dicho Emily antes, no me parecía justo.
Justo después de salir los padres de Alex. Emily y los suyos propios salían de la sala de interrogatorios.
Emily iba más calmada, donde iba a parar, había dejado de llorar. Pero en su cara se veía el mismo rictus de sufrimiento y venganza que le había visto al final de la sesión. Agradecí que el tal Paul fuese a estar una buena temporada entre rejas, pero por otro lado me fastidió que fuese así. Se merecía una buena tunda por su acción.
Ellos si que me miraron al pasar. Ambos adultos me dieron un seco movimiento de cabeza a base de despedida, que les respondí sin mucho entusiasmo. Yo tampoco estaba para echar cohetes. Emily por otro lado ni me miró, iba muy ocupada recordando como andar.
La pequeña familia cruzó la puerta y se dirigió al aparcamiento. Yo también me levanté y fui a terminar de ordenar unas cosas antes de irme a casa, cuando escuché unos pasos apresurados.
Me di la vuelta y vi a la joven gótica corriendo hacia mí. En estos momentos parecía una copia mal hecha de un dibujo manga.
-Inspector Stanley, tengo una pregunta para usted- dijo nada mas llegar a mi altura.
No entendía por donde iban los tiros, por lo que ladeé la cabeza esperando.
-¿Sabe cual es la moraleja de todo esto?
Me sorprendí un poco ante semejante cuestión. Sin embargo me la tomé en serio durante unos momentos, para finalmente negar con la cabeza.
Sus ojos se endurecieron.
-Que la justicia no existe.




lunes, 2 de agosto de 2010

Colapso mental


Demasiadas ideas se agolpaban en mi mente. Una detrás de otra… mordiéndose, arañándose ¡e incluso cometiendo el ruin acto de asesinato con tal de que las escuchara! Esto no podía seguir así, me estaban destrozando la cabeza con sus chillidos, sus súplicas y sus amenazas vanas, sus palabras se introducían a través de mis neuronas e invadían mi centro de control, haciendo peligrar mi propia cordura y obligándome a encorvarme sobre las teclas del ordenador, sin otro deseo que tener a mano un analgésico para calmar el dolor.
Miré con ojos llorosos la pared norte de mi cuarto, la cual estaba plagada de un sinfín de carreteras de palabras: nombres, fechas, edades, descripciones, gustos, personalidades, defectos, virtudes, sexo… innumerables datos sobre personajes ficticios que habían surgido a lo largo de mis desvaríos como adolescente mentalista. El nombre de Helena captó mi atención, pelo castaño recogido siempre… “PAM PAM PAM” Las ideas en base a su historia golpearon con mas fuerza las paredes de mi cráneo, les había dado fuerza al haberme decantado durante un segundo por contar su historia… ¿Honorio? Ese nombre me trajo recuerdos, el de un viaje que hacía a la vieja Italia… “PUM PUM PUM” esta vez fueron las ideas de la historia de Honorio las que me hicieron gritar de dolor, al estrujarse con fuerza de converso contra mi pobre masa de cerebelo, que ya apenas tenía nada de orgulloso órgano.
-Por favor… parad, parad, todas tendréis tiempo de salir- les supliqué, con la voz cascada de un viejo tabaquero.
Mis súplicas parecieron enfurecerlas más, me notaban débil, podían vencerme con tan solo empujar con mas fuerza, y lo hicieron ¡vaya si lo hicieron! Por una vez se pusieron todas de acuerdo e invadieron todo mi cuerpo, cuello, tórax, corazón, pulmones, retina… y manos por supuesto, sus herramientas predilectas. Multitud de datos desfilaron ante mis llorosos ojos, mi cuerpo ya no daba más de si, ya no era yo quien lo controlaba sino ellas… las ideas que yo mismo había creado se habían vuelto contra mí, convirtiéndome en su títere, su marioneta perfecta para poder respirar el aire de los pensamientos ocultos, poder saborear ese gusto exquisito de una obra maestra, en la que todas intentarían participar.
Como un alma perdida, vacía ya de toda personalidad, mi cuerpo comenzó a escribir con parsimonia una historia cualquiera. Era hasta gracioso ver como una vez roto su encarcelamiento unas con otras, ahora se ponían de acuerdo con el orden de salida de mi mente, y el control de mi cuerpo.
Lentamente mi conciencia fue alejándose de esa carcasa vacía animada por las ideas, con tristeza, con melancolía por una vida perdida. Es lo que ocurre cuando juegas a ser Dios, y te crees con el poder de crear vida, ya que aunque sea ficticia, sigue siendo vida.


Presentación.

Bueno. Hola a todos. Mi nombre es Pablo, tengo 16 años y vivo en Valencia (España).
Um, tengo que decir que nose muy bien como hacer esto, ahora mismo estoy hecho un lio con todas las variantes de este tema del blog, que si Diseño, que si Color, que si Pérfil... en fin que no se donde está cada cosa y poco a poco voy buscando.
En fin, el hecho de que me haya atrevido a crear este blog es por el hecho de que adoro leer y por consiguiente escribir. Tengo muchas historias en mi cabeza, unas pocas plasmadas en el ordenador y alguna que otra nota por las paredes de mi cuarto. Pero como he dicho, son todo ideas e historias, que apenas son conocidas mas que por unos cuantos amigos.
Bien pues el motivo de la creación de este blog es ese. Que la gente podais leer algunas de esas ideas, que lógicamente no acabarán convertidas en libro pero que puede que me den el empujón para ser algún día el futuro "Stephenie Meyer", si os gusta mi forma de escribir claro.
En base a esto os pediré que porfavor seais lo mas sinceros posibles, no quiero gente que por quedar bien me diga, "Ohh si me encanta esa historia" y en realidad estén pensando "Vaya birria". Deseo sinceridad ¿Vale? Me sentiré mejor si me decís que mi historia es una mierda porque es lo que pensais, que me digais que os encanta cuando es mentira.
Pues nada, muchas gracias.
Un abrazo.